Ya es familiar hablar del tipo de interés como el precio del dinero
En economía, la mayoría de los conceptos están construidos sobre la base de su utilidad. Sirven para algo y forman parte de largas estructuras deductivas que generalmente acaban siendo erróneas. Si construir sobre símbolos matemáticos ya es tarea ardua, sobre conceptos económicos se vuelve imposible. Pero existen unos cuantos que su profunda comprensión permite surfear en el inmenso mar de la economía.
Mi gusto por el precio lo convierte en uno de mis favoritos. El precio es un homogeneizador. Su uso permite comparar conjuntos heterogéneos en términos de valor, generalmente monetario. Así podemos hablar del patrimonio de una familia o del valor de una empresa como una suma total expresada en términos monetarios, sin necesidad de enumerar todos los bienes que conforman uno u otro.
Ya es familiar hablar del tipo de interés como el precio del dinero. Pero ese tipo de lenguaje ya coloquial como hablar de futbol y extraído del ámbito económico ha confundido a todos aquellos que no son especialistas en economía o que siéndolo han olvidado sus fundamentos. En puridad el precio del dinero es lo que hay que entregar para conseguir una unidad de dinero que será siempre medido como el inverso del nivel general de precios. En consecuencia, el tipo de interés sólo puede interpretarse como el precio del dinero si pensamos en términos de valor de intercambio entre dinero hoy y dinero mañana o, entre unidades de un mismo dinero disponible en fechas diferentes. Resulta más apropiado referirse al tipo de interés como el precio del crédito: al ser un crédito una operación de intercambio entre dinero hoy (desembolsos) y dinero mañana (intereses y amortización), la expresión precio del crédito alude automáticamente a una dimensión temporal que es consustancial a la idea de tipo de interés.
Serán necesarios estos conocimientos para entender el actual debate de si es atractivo o no invertir en bonos a largo plazo. Para Financial Times, que comenta su periodista lo que está pasando actualmente en USA, si estamos volviendo a la normalidad, tiene lógica asegurar un rendimiento del 3,80% a 10 años. En estos momentos se puede conseguir mayor rentabilidad, pero para corto plazo.
En España, hasta el 3,80 en Letras del Tesoro, pero nadie puede asegurar que en un año los inversores puedan beneficiarse de otro 3,80%. Volvemos a la economía. La teoría básica sobre los factores que determinan la estructura temporal de los tipos de interés asigna un papel fundamental a las expectativas del público sobre la evolución futura de los tipos de interés. De hecho, todos los mercados financieros son mercados de expectativas de los inversores sobre precios. Hablar de expectativas es hablar de riesgo. La derivada del precio. Lo que diferencia a un economista de un actuario es el conocimiento del riesgo. Para los primeros todo tiene explicaciones lógicas. Los segundos vuelven a medir en este caso las expectativas en función de los riesgos que podrán llevar a una u otra situación que nos es desconocida ahora.
Las cadenas causales de los economistas han ido siendo distintas para explicar lo mismo de un principio para alcanzar un final explicado en economía para muchos fenómenos porque no han incorporado el riesgo en sus explicaciones. Todo ha sido determinista. Por ello lo importante no son las explicaciones intermedias sino la comprensión profunda de los conceptos. Entre invertir a un año al 5% o invertir a 10 años al 3,80% anual, dependerá de qué tipo de interés esperamos esté vigente durante el segundo y sucesivos años. El periodista de FT espera que esté vigente a un año un tipo de interés menor al 3,80% con la condición de volver a la normalidad. No se equivocará nunca porque si falla siempre podrá decir que no se volvió a la normalidad.
El actuario y economista Jaume Quibus es DEA de economía financiera y contabilidad, Licenciado en Ciencias Actuariales y Financieras , Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Barcelona y PDD en IESE-Universidad de Navarra. Miembro titular de las siguientes asociaciones: Instituto de Actuarios Españoles, Col·legi d´Actuaris de Catalunya, Col·legi d'economistes de Catalunya, International Actuarial Association, Associació Catalana de Comptabilidad i Direcció y también del Alumni de IESE. Socio fundador en 1998 de la sociedad profesional actuarial Quibus, miembro titular con el número 6 de sociedades en el Col.legi d'Actuaris de Catalunya.