La disminución de la brecha de longevidad entre hombres y mujeres es un fenómeno que capta la atención a nivel global, siendo particularmente significativo en España, país de la OCDE donde la longevidad femenina destaca.
Según datos revelados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), mientras que en 1991 las niñas tenían una esperanza de vida al nacimiento que superaba en 7,2 años a la de los niños, para 2022 esta diferencia se redujo a menos de 5,4 años, con proyecciones que apuntan hacia una brecha aún más estrecha de alrededor de 4 años para 2071. Puedes leer un analisis más extendido en la vanguardia: https://www.lavanguardia.com/vida/20240219/9516014/mayor-igualdad-social-acorta-brecha-longevidad-sexos.amp.html
La convergencia en la esperanza de vida entre géneros se atribuye a múltiples transformaciones sociales, económicas, científicas y tecnológicas experimentadas en las últimas décadas. Anteriormente, la esperanza de vida femenina se veía favorecida por la menor exposición de las mujeres a riesgos laborales y hábitos poco saludables, en contraste con los hombres que estaban más expuestos a trabajos peligrosos y prácticas nocivas como el tabaquismo y el consumo de alcohol.
Este ajuste en la esperanza de vida presenta un escenario que demanda un enfoque actuarial renovado para la previsión social, instando a una adaptación de las tablas de mortalidad y los modelos de riesgo.
La igualdad emergente en la longevidad subraya la necesidad de desarrollar sistemas de pensiones y seguros que reflejen de manera más precisa y equitativa la realidad demográfica actual, garantizando la sostenibilidad financiera y la justicia en la distribución de beneficios entre géneros. Este panorama nos invita a contemplar no sólo la duración de la vida sino también su calidad, promoviendo una vejez saludable y activa para todos.
Desde la óptica actuarial, este ajuste en la esperanza de vida tiene implicaciones directas en la gestión de riesgos y la planificación financiera de los sistemas de previsión social. La convergencia implica una revisión de nuestras actuales tablas de mortalidad y supuestos actuariales para reflejar con mayor precisión estas tendencias cambiantes.
La adaptación a estos cambios es vital para la sostenibilidad de los planes de pensiones y seguros de vida, requiriendo un enfoque más dinámico y flexible en nuestra modelización y pronósticos.
La adaptación de los planes de previsión social debe tener en cuenta la menor distinción en la esperanza de vida entre hombres y mujeres. Esto no solo implica ajustar las contribuciones y expectativas de beneficios en los planes de pensiones y seguros de vida, sino también considerar cómo los avances en la salud y la medicina, junto con cambios en los estilos de vida, continúan impactando la longevidad.
Lista de los principales ajustes que esta tendencia implica:
La convergencia en la esperanza de vida plantea tanto desafíos como oportunidades para el campo actuarial y la previsión social. Por un lado, existe el desafío de asegurar la viabilidad financiera a largo plazo de los sistemas de pensiones y seguros frente a una población que vive más tiempo. Por otro lado, se presenta la oportunidad de innovar en productos y servicios que respondan mejor a las necesidades de una población envejeciente más diversa y equitativa en términos de género.
El enfoque actuarial hacia la convergencia de la esperanza de vida entre hombres y mujeres subraya la importancia de una previsión social que se adapte a las realidades demográficas emergentes.
La tarea es doble: por un lado, debemos asegurar la solidez financiera y la sostenibilidad de los sistemas de previsión; por otro, debemos garantizar que estos sistemas sean justos, equitativos y capaces de proporcionar protección y bienestar a lo largo de toda la vida. La igualdad en estilos de vida y la reducción de la brecha de longevidad entre géneros nos invita a repensar y rediseñar las estrategias de previsión social para una sociedad que cambia rápidamente.
Desde mi punto de vista, la clave para afrontar estos desafíos y aprovechar las oportunidades radica en la colaboración entre actuarios, aseguradoras, gobiernos y otros stakeholders. Debemos adoptar un enfoque holístico que considere no sólo los aspectos financieros, sino también los sociales y de salud pública. Además, es esencial fomentar una mayor conciencia y educación financiera entre la población para preparar a los individuos para una vejez activa y financieramente segura.
El actuario y economista Jaume Quibus es DEA de economía financiera y contabilidad, Licenciado en Ciencias Actuariales y Financieras , Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Barcelona y PDD en IESE-Universidad de Navarra. Miembro titular de las siguientes asociaciones: Instituto de Actuarios Españoles, Col·legi d´Actuaris de Catalunya, Col·legi d'economistes de Catalunya, International Actuarial Association, Associació Catalana de Comptabilidad i Direcció y también del Alumni de IESE. Socio fundador en 1998 de la sociedad profesional actuarial Quibus, miembro titular con el número 6 de sociedades en el Col.legi d'Actuaris de Catalunya.